Este es un término nuestro para designar a la cometa, su nombre castellano, introducida en Europa el siglo XVIII. Su origen es muy antiguo, afirmándose haber sido inventada por un general chino doscientos años antes de Cristo. El militar usó diferentes figuras para sus cometas, y estando en una ciudad situado por el enemigo, se valió de ellas para llevarlos con un ejército que acudía en su socorro. Sin embargo, hay quienes creen que este artefacto tuvo su aparición en Indonesia, y que el general chino solamente la utilizó como instrumento de comunicación en la Guerra. Otro militar, un samurai (casta guerrera del Japón) del siglo XVIII, que pretendía derribar al gobierno del Shogún Tocugava, hizo construir uno.
Los «volantines» son, preferentemente, en forma de cuadro de papel u hoja plástica, correspondiendo una diagonal a los extremos laterales, sujetos a un arco de flecha los más delgados y livianos posibles, a la «flecha» se sueltan los ángulos anterior y posterior. Este conjunto de arco y flecha constituye el armazón para mantener el plano del juguete. A la parte de atrás se sujeta la cola, formada generalmente por una cinta de tela para estabilizarlo. En cada tercera parte del arco así como en la sección trasera de la flecha y equidistantes entre sí, se amarran tres gruesos hilos que se unen a unos veinte centímetros, partiendo de allí el hilo (los chicos pedían número veinte) que, envuelto en una especie de carrete, sostiene el jugador en la mano para elevar su «volantín». Se juega a la mayor elevación, al mayor tiempo en el aire o, simplemente, por el placer de elevarlo.